Este capítulo es un llamado claro y directo a la academia:
La universidad no puede quedarse al margen del desarrollo social y económico de su país.
Durante todo el libro, hemos visto cómo una tesis universitaria —la de Gabriel Gallo Olmos— se transformó en un sistema financiero nacional. Ahora, este capítulo propone ir más allá: establecer una agenda activa y estructurada entre la universidad y las microfinanzas.
Qué tareas tiene pendientes la universidad?
- Reconocer el valor real de la investigación aplicada
Las tesis no deben guardarse en bibliotecas. Deben convertirse en propuestas vivas, con posibilidad de implementación. - Fomentar la Universidad Emprendedora
Una universidad que no solo forme empleados, sino también innovadores, empresarios sociales y generadores de soluciones. - Impulsar programas multidisciplinarios
Donde Derecho, Administración, Economía, Ingeniería y Educación se unan para resolver problemas reales de las comunidades. - Establecer vínculos estables con las Cajas Municipales
Las universidades deben colaborar con las cajas en estudios, prácticas, capacitaciones, e incluso codiseño de productos financieros sociales.
El capítulo también presenta el concepto de “Universidad Emprendedora”, con líneas de acción concretas:
- Incubadoras de negocios.
- Semilleros de investigación en microfinanzas.
- Programas de mentoría y voluntariado universitario.
- Redes con otras universidades del país y del mundo.
Reflexión clave:
Si las microfinanzas han cambiado tantas vidas en el Perú, y nacieron desde la academia…
¿por qué no replicar ese modelo con otros desafíos sociales?
La pobreza, la informalidad, el desempleo juvenil, el acceso a vivienda…
Todos pueden encontrar soluciones si la universidad se compromete con la realidad.
Conclusión del capítulo:
La universidad tiene el conocimiento.
La sociedad tiene la necesidad.
Juntas, pueden cambiar el destino de un país.